Informalidad Laboral y Debilidad Institucional: El Crudo Panorama de Iquitos en 2024

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De acuerdo al indicador del mercado laboral de Iquitos al primer trimestre 2024, publicados por el INEI, la tasa de informalidad laboral representa el 70 por ciento, abarcando a 145 mil personas que se encuentran en vulnerabilidad permanente al no tener ninguna cobertura social (atención médica, por ejemplo) que lo proteja de una pensión en su etapa de adulto mayor, eso que le llaman ahora economía plateada por la pigmentación natural del cabello. Esta magnitud de la informalidad laboral (70%) se encuentra presente en la ciudad de Iquitos metropolitana siendo el centro económico, financiero y político del departamento, mientras que, al interior del territorio, este fenómeno social se dispara en magnitudes mayores y en la zona rural, el trabajo informal alcanza el 100 por ciento.

La informalidad, por su tamaño y magnitud, es reflejo de una debilidad de la estructura productiva que reproduce pobreza y vulnerabilidad de los ingresos, pero también refleja la fragilidad institucionalidad al no proponer una estructura orgánica funcional y operativa que ponga en escena los planes de desarrollo urbano y la imposición de estrategias de desarrollo territorial que combine urbanidad con ruralidad en los plazos y tiempos determinados, debidamente sostenidos por un programa de inversiones y de financiamiento que no necesariamente respire erario público, sino que combine esfuerzos privados a través de mecanismos de incentivos de inversión privada (por ambiente sano, de infraestructura) y exenciones tributarias con compensación social (reinversión en el mismo sector, inversión en ganancia de nuevos procesos al incorporar conocimiento tecnológicos para aumentar calidad, reducir la rigideces en los precios para aumentar competencia, y aumentar la especialización con productividad laboral), la atracción de fondos internacionales de apoyo para una economía que circule en función de la naturaleza, para crear ciudades compactas, y recuperar bosques y aguas. Esta breve descripción empata, en términos de diseño conceptual, a las “nuevas” trampas de desarrollo1 identificando cuatro: 1) trampa de productividad; 2) trampa institucional; 3) trampa de la vulnerabilidad social; y, 4) trampa ambiental, todos ellos se encuentran relacionados y tienen fuerte influencia en el diseño de territorios cuando se actúa en función de una prosperidad compartida.

Todo hace indicar que la informalidad y las actividades ilícitas imponen sus propias reglas y enfrentan con castigo al paquidérmico estado y a sus instituciones a someterse a sus condiciones, sabiendo que el actuar público con todas sus formalidades y procesos administrativos cuando quiere imponer el imperio de la ley lo hace tarde y lo hace confuso, mientras que la estructura de la informalidad (laboral, criminal y extorsiva) penetró con sus raíces las fibras de la sociedad, tal como viene ocurriendo en la zona de frontera (Putumayo y Mariscal Ramón Castilla) con el narcotráfico; en la cabecera de la cuenca del Nanay con la minería aurífera y extendiéndose a otras fuentes de agua; con la imposición de cambio de uso de suelos para hacer florecer monocultivos; y en las ciudades: con las invasiones de terrenos, negocios distintos a sus actividades principales, medios de transporte publico imponiendo sus propias normas de tránsito. Todo esto en medio de una “nueva” tecno burocracia en ascenso, pero haciendo más de lo mismo con resultados peores.

Fuente: Prospectiva Amazónica (Roger F. Grández Rios – Director del Instituto de Desarrollo Económico)

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